¿Ya conseguiste chamba Santi? ¿O todavía estás esperando a que el dinero te caiga del cielo?
Si respondiste que SI a la segunda, lee bien: necesitas un contrato. Sí, como lo lees, un contrato. No esa jerga de «confiar en la palabra del otro» o «mi amigui me dijo que me iba a ayudar». ¡NO! No seas ingenuo, no es vaquita para el pomo del antro.
El mundo de los negocios es un lugar muy oscuro y lleno de ratas, y tú eres la carnita fresca.
Por eso, el intern nos preparó el consejo de hoy: ¡Firma un contrato! Así, cuando algún hijo de su mami te quiera ver la cara, al menos tendrás algo en qué apoyarte.
¿No me crees? Aquí un ejemplo:
Imagina que se se te ocurre aventurarte en el mundo de la moda y dices que tienes el diseño de playeras que va a cambiar el mundo. Entonces llega un empresario y te dice: «Oye, carnal, déjame que te diga que ese diseño está chido. Yo te puedo ayudar a producir esas playeras y a venderlas en todo México». Y tú, emocionadote, piensas: «Chido, esto se está poniendo bueno».
Pero, ¿sabes qué? Ese empresario es un gandalla y solo quiere aprovecharse de tu idea. No te paga a tiempo, te roba diseños, te mete cláusulas que te van a joder… en fin, te hace la vida imposible. ¿Qué haces entonces?
Sin un contrato, prácticamente nada. Eres la puritita víctima.
Pero si tienes un contrato, entonces si tienes algo con qué defenderte.
Si el empresario no cumple con lo acordado, lo puedes demandar.
Si te roba diseños, también lo puedes demandar.
Si te quiere meter cláusulas abusivas, lo puedes mandar directitito al rancho del Andie Lord.
Con un contrato, tú tienes el poder.
Así que, papi, si quieres ser emprendedor de verdad, necesitas aprender a hacer y firmar contratos.
Este consejo te doy, por que tu amigo el intern soy. Lalala.